En el mundo globalizado se ha
presentado una realidad innegable e impostergable; la necesidad de lograr una
educación de excelencia, acorde con la dinámica y exigencias del mundo actual o
del siglo XXI. Es por ello que desde todas partes se presenten ensayos,
modelos, enfoques, paradigmas, métodos, entre otros con el fin de lograr la
meta que satisfaga esa necesidad.
Escuchamos por todos lados que
la educación hay que dinamizarla, actualizarla, darle nuevos enfoques, o
simplemente modernizarla.
Sin embargo la gran mayoría de
las tentativas o intentos por hacer tangible estos pregones, no llegan a ninguna
parte porque vienen desde el momento de su implantación cargados de vicios,
estigmas sociales-políticos y culturales, que aunados a la falta de liderazgo,
gerencia, experticia competencias por
parte de las personas designadas para conducir estos procesos, hacen que los
mismos se enreden, se vuelvan poco atractivos y sobre todo con una carga
emocional negativa que se ve reflejada en el quehacer diario de los individuos
responsables de la ejecución del trabajo.
La U.N.E.S.C.O. desde hace unos años para acá viene proponiendo el aprendizaje por competencias como enfoque
educativo; el cual comparto plenamente; para potenciar el proceso de
aprendizaje y enseñanza de los jóvenes a nivel mundial.
Esta perspectiva conlleva a
cabios profundos en el funcionamiento de las Instituciones Educativas, debido a
que las mismas siguen enclaustradas o castradas por los vicios de uso y abuso
con los cuales han funcionado por años con la falsa creencia de que lo están
haciendo de maravilla. Dentro de estos factores se pueden mencionar, una
gerencia deficiente, una supervisión inoperante y una praxis a través de
recetarios y conceptos difusos y equívocos del significado de competencias.
Al hacer referencia a una
gerencia deficiente, se está hablando que la mayoría de las personas designadas
para ese cargo sólo les exigen dos credenciales, ser del mismo circo, perdón,
partido político, aun cuando en la
quinta se ha acentuado esta práctica, la misma estuvo presente en la primera
hasta la cuarta, o en su defecto tener lazos de afinidad o consanguinidad con la(s)
persona(s) que otorga los nombramientos; he aquí el primer error, ya que la
primera condición que un gerente debe tener es el liderazgo, el cual desgraciadamente
para muchos de los gerentes, no viene con el cargo y ni lo venden en farmacias
y supermercado, aunado a esto el gerente debe entender que cualquier decisión
que tome o ejecute, en la misma debe prevalecer la opinión de sus colaboradores
más cercanos, es decir coordinadores, supervisores, jefes de cátedras entre
otros, porque el trabajo administrativo de un gerente lo enclaustra en su
oficina lo cual no le permite un contacto directo con el funcionamiento
operativo y orgánico de la Institución, mientras que sus colaboradores la
responsabilidad de su trabajo les exige ese contacto directo, lo cual les
permite una visión más directa y objetiva de la realidad; por otra parte está
el hecho cierto que la gran mayoría de los gerentes están estigmatizados por la
premisa de que si delegan funciones pierden autoridad y control.
En relación a la supervisión inoperante,
se debe a múltiples factores entre los cuales podemos mencionar en primer lugar
el exabrupto cognitivo de muchos supervisores al hacer una sinonimia entre
supervisión y persecución, lo cual genera un malestar manifiesto aunado al
terrorismo psicológico en el equipo de trabajo; en segundo lugar el divorcio
entre la génesis de la supervisión y la praxis de la misma; ya que si se logra
conjugar ambos aspectos se manifestará una empatía dentro del equipo de trabajo
para realizarlo de manera óptima ya que la supervisión vista como un
acompañamiento pedagógico para potenciar las fortalezas y disminuir o erradicar
las debilidades, al final redundará en un beneficio colectivo en la conformación de un gran equipo de
trabajo.
De igual forma es válido
resaltar que el gerente o jefe debe tomar en cuenta las opiniones de su equipo
de trabajo cuando ellos hacen de forma profesional y objetiva la supervisión o
su trabajo, lo cual les da la fuerza moral y la consistencia profesional para
emitir un juicio u opinión con relación a una decisión a tomar, caso contrario
se generará un clima de intranquilidad y decepción por el trabajo que está
realizando, además de generar una sensación de frustración bajo la percepción
de estar sólo de relleno dentro de un organigrama organizativo.
Por otra parte no es menos importante
la realidad presente donde para para generar un aprendizaje por competencias es
necesario entender que el primer gerente en el proceso de aprendizaje es el
docente de aula, ya que es este quien tiene la responsabilidad de la toma de
decisiones para guiar el proceso y lograr consolidar la formación académica y
humanística del educando. De igual manera se presenta como una necesidad
imperativa erradicar la práctica perniciosa y ruin de algunos docentes de
desacreditar a sus pares, y reemplazarla por una relación franca y sincera de
ayudar al compañero cuando este hace frente a una situación difícil o presenta
una conducta no operativa.
Por último la praxis pedagógica
desde el enfoque del aprendizaje por competencias, no debe tomarse como una
receta de cocina, ya que en el mismo debe privar el interés del discente, la
evaluación entendida como un proceso y no un momento, la autonomía para el
desarrollo del contenido programático y la dinámica del grupo, visto este como
un ente orgánico con respuestas y necesidad diferentes con relación a otros
grupos del mismo nivel, y para ello es necesario que los docentes repasemos las
diferentes teorías de aprendizaje del ser humano y se tome de cada una la o las
partes más importantes y de mayor relevancia para estructurar una praxis en el
aula que permita una construcción de
conocimientos sólidos y operantes desde la perspectiva del ganar – ganar.
Para finalizar,
es necesario resaltar el hecho de que el docente que desee expresar significado con símbolos y palabras, con
música, pintura, debe encontrar cierto placer en las tareas imposibles, poseer
la voluntad de tolerar una gran frustración, un toque de quijote; ya que para
aquellos docente que realizan una praxis educativa de vocación, deben
usar como pendón las palabras de José Narosky, cuando dice: Estoy contento de sentir, aunque suelo estar triste por
sentir.